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El papel de la demanda energética en España

5 min lectura

10 de septiembre de 2024

Autor: Andrés Muñoz

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  3. El papel de la demanda energética en España

La transición energética prioriza la búsqueda de la sustitución de la quema de combustibles fósiles por energías renovables, así como disminuir el consumo energético a través de eficiencia. No obstante, por mucho que ese consumo disminuya, nunca será inexistente dado que las actividades de la sociedad necesitan energía; desde el transporte, hasta la industria, entre otras actividades, la humanidad necesita kWh para su día a día. A partir de estas premisas, la demanda energética juega un papel determinante para garantizar que la incorporación de nuevas tecnologías tiene sentido, puesto que, si no se necesitaran electrones, ¿por qué se iban a producir? En este artículo analizamos el papel de la demanda energética en el sector y su evolución en España en los últimos años.

La demanda, cubierta por fotovoltaica en los últimos meses 

Desde principios de 2024 hasta la fecha de la realización de este artículo (agosto del mismo año), España ha registrado una demanda acumulada de 165.806 GWh, un 0,8% más que en el mismo periodo de 2023. Para cubrir las necesidades de la población y de la industria, las renovables alcanzaron una cuota sobre el total del 52,6%, siendo este mes el cuarto consecutivo en el que la solar fotovoltaica lidera el mix nacional, con el 23% del total. Es decir, el crecimiento de las renovables asegura que su cuota de protagonismo en la matriz energética y de cobertura de la demanda sea mayor.

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¿Qué ha pasado en los últimos años? 

Si echamos la vista atrás, a unos cinco años, por ejemplo, la demanda energética en España ha experimentado importantes cambios debido a varios factores económicos, sociales y ambientales. Las crisis económicas, gubernamentales e incluso la pandemia del COVID-19, han tenido un gran impacto en la demanda energética.

Entre 2018 y 2023, la demanda de electricidad tuvo una tendencia estable con ligeras fluctuaciones, influenciadas principalmente por el clima, el crecimiento económico y los cambios en los patrones de consumo debido a la pandemia de COVID-19. Según datos de Red Eléctrica de España (REE), la demanda eléctrica en el país disminuyó en 2020 debido a la contracción de la actividad económica durante los confinamientos, para luego recuperarse parcialmente en 2021 y 2022 con la reactivación económica.

Si nos fijamos precisamente en ese año, el precio de la energía cayó a mínimos históricos. Durante 2020, el país experimentó una disminución de aproximadamente el 5% en el consumo eléctrico, según datos de REE. Esta caída fue consecuencia directa de las restricciones y la reducción de la actividad económica, especialmente en sectores como el turismo, la hostelería y el transporte, que son grandes consumidores de energía. Y de aquí podemos sacar una primera conclusión; a menor demanda, menor precio de la energía. Así lo explicamos en un artículo del blog sobre la composición del precio de la electricidad.

Si a ello le sumamos que la mayor participación en la generación fue renovable, con tecnologías que abaratan el coste final de las facturas por su entrada en el mercado diario con prioridad de despacho, el resultado final es un precio de la energía €/kWh bajo.

Por el contrario, antes del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania y posteriormente, la electricidad marcó máximos históricos. ¿El motivo? Precios muy altos de la generación con gas que la demanda no pudo “equilibrar”, es decir, de haber tenido una mayor demanda el precio del mercado hubiera sido menor. Otro ejemplo de su papel en el sector eléctrico.

La necesidad de la electrificación 

Uno de los factores clave de la evolución esperada de la demanda energética de España es la electrificación en diversos sectores, como el transporte y la industria. La creciente penetración de vehículos eléctricos y las iniciativas de electrificación industrial han contribuido al incremento de la demanda de electricidad, aunque haya resultado moderado debido a la mejora en la eficiencia energética.

Sustituir las necesidades de energía térmica por eléctricas permitirá un incremento en la demanda de esta energía, con lo que se apoyaría la implementación de más energías renovables. La recarga de un coche eléctrico tiene sentido con energía limpia, por ejemplo.

Y es que, en los últimos años, España ha acelerado su transición hacia estas fuentes, lo que ha impactado significativamente en la estructura de la demanda energética. La participación de tecnologías “verdes” en la generación eléctrica ha crecido notablemente, con la energía eólica y la solar a la cabeza. En 2023, la generación renovable creció un 15,1% y logró representar el 50,3% de la producción eléctrica a nivel nacional.

Este crecimiento es celebrado por todo el sector, pero tiene que hacer frente al gran desafío de que la demanda energética lo acompañe. De no ser así, los precios de la electricidad se hundirían y, aunque sería una buena noticia para los consumidores y su economía, los generadores no podrían rentabilizar como es debido sus proyectos. Precisamente aquí es donde entran en juego las soluciones de almacenamiento energético; la opción ideal para que se pueda adaptar la electricidad disponible a los hábitos de consumo y a la demanda.

Políticas energéticas y el futuro 

Las políticas energéticas en España han colaborado a dibujar, en parte, la demanda energética en los últimos cinco años. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que establece objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar la participación de las energías renovables en el mix energético, ha mostrado un camino de certidumbre de lo que el sector energético español pretende lograr.

Entre las medidas adoptadas se encuentran la promoción de la movilidad eléctrica, la eficiencia energética en edificios y la reducción del uso de combustibles fósiles en la generación eléctrica. Estas políticas buscan no solo reducir la huella de carbono del país, sino también garantizar la seguridad energética en un contexto de creciente dependencia de las energías renovables.

De manera paralela a estos objetivos, el futuro de la demanda energética pasa por fluctuaciones en función de la coyuntura económica y social que viva el país. No obstante, su rol en los precios de la energía, en la implementación de tecnologías sostenibles y como indicador de la evolución de la transición energética seguirá siendo clave.

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Autor: Andrés Muñoz

Ingeniero en Energía y Máster en Gestión y Dirección de Empresas Industriales. Postgrado en Ingeniería Eólica y Energía Termosolar. Apasionado de las Energías Renovables, emprendedor y Dir. Ejecutivo de Infoenergética.

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