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La arquitectura bioclimática y las casas del futuro

4 min lectura

07 de mayo de 2023

Autor: Andrés Muñoz

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Cerca de un 36% del consumo energético del planeta se produce en el sector de la construcción. Las edificaciones, además, son responsables de un 40% del total de emisiones de CO2 que se emiten en el mundo según los datos de la Agencia Internacional de la Energía (IRENA). Es por este motivo que la transición energética necesita, de manera urgente, acelerar el modelo de edificación a uno que impulse las infraestructuras sostenibles y carbono neutrales. Este modelo de construcción se denomina arquitectura bioclimática y sus proyectos son una pieza fundamental para frenar el cambio climático. En este artículo vamos a conocer sobre la importancia de esta tipología de edificación.

Una de las claves de la arquitectura bioclimática es la energía solar por ello instalar placas solares en tu vivienda o empresa es uno de los pasos más faciles y de mayor rendimiento hacia la transición energética y el uso de las energías renovables, por eso no dudes en calcular tu presupuesto en menos de 3 minutos y dar el salto hacia la energía fotovoltaica.

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¿Qué es la Arquitectura Bioclimática? 

Entendemos por arquitectura bioclimática la construcción de edificios que han sido diseñados teniendo en cuenta el clima del lugar, reduciendo su impacto ambiental, aprovechando recursos locales y con la máxima eficiencia energética posible.

Sus principales características son el uso de elementos que se adaptan al entorno, de materiales de construcción de proximidad (o kilómetro cero), así como un diseño respetuoso con el medio ambiente que incluya árboles y/o plantas, es decir, que no haga resaltar la construcción frente a elementos naturales. Por lo tanto, se trata de una arquitectura “verde”, que además se diferencia de la denominada “sostenible” porque precisa un estudio detallado del clima, a diferencia de esta última.

Los principios de esta tipología de arquitectura, por lo tanto, son el clima y la ubicación, la eficiencia energética, que incluye captación solar y aislamiento para minimizar la pérdida de confort térmico, y la ventilación regulada de manera natural. Todos estos principios tienen el mismo objetivo; lograr que, sin recurrir a equipos mecánicos y/o eléctricos, la casa autorregule su temperatura para obtener el confort. Para ello se busca aprovechar al máximo los recursos naturales y así reducir el consumo de energía eléctrica, que de otro modo puede proceder de paneles solares. El aislamiento térmico se consigue con cierres herméticos en ventanas y puertas, las mismas que formarán parte de la ventilación cruzada, una manera de hacer que el aire de la instalación se renueve constantemente y de manera natural, mejorando las condiciones climáticas de su interior.

Aunque parezca una tendencia moderna, el origen de esta forma de construir se data en la antigüedad. En el siglo V a.C., el filósofo Sócrates fue el primero en anticipar cómo debían diseñarse las casas, con un texto que afirmaba que “es más agradable tener la casa fresca en verano y cálida en invierno”. A partir de esta afirmación, comenzó la defensa de construir casas considerando la incidencia del sol. Más tarde, fue el Imperio Romano el que desglosó los que fueron los principios de la arquitectura bioclimática que se utilizarían a lo largo de su territorio.

¿Cómo funciona una vivienda bioclimática? 

La arquitectura bioclimática contempla el tipo de clima y adapta los espacios de la edificación a él.

En primer lugar, en climas fríos, los espacios más grandes deben orientarse hacia el sur y contar con la mayor superficie posible acristalada, que permita el paso de la luz para calentar el ambiente.

En segundo lugar, en climas cálidos, la arquitectura busca minimizar la cantidad de estancias orientadas hacia el sur y con menos luminosidad, de modo que la sombra refresque las estancias.

La vegetación juega un papel fundamental. Los árboles y las plantas en el exterior de la edificación crearán un microclima que, a su vez, aportará un ambiente de naturaleza. Todo ello sumado permite que las edificaciones bioclimáticas aporten un confort total en cuanto a sensaciones térmicas y de entorno con la naturaleza.

¿Qué materiales se usan y cómo se aprovecha el viento? 

Los edificios bioclimáticos se construyen con materiales naturales como el bambú, la madera, la tierra o la piedra, entre otros, y con materiales procesados como el poliestireno, un polímero termoplástico con muy buenas propiedades de aislamiento térmico.

A parte de este tipo de materiales, no hay que olvidar el rol de las plantas, como hemos visto líneas arriba. Colocadas de manera estratégica, pueden ayudar a proteger del frio del viento hibernal u ofrecer sombra en verano. Además, controlan la erosión y embellecen el lugar.

La ventilación cruzada natural es la aplicación que ayudará a aprovechar el viento. A partir de dos aberturas en un mismo espacio y con paredes opuestas o adyacentes, el aire podrá fluir de manera natural. Esta ventilación es sumamente importante para refrescar las estancias en verano o en lugares muy cálidos, ya que reducirá la temperatura media de la estancia ayudando a mejorar el confort térmico.

Sabiendo que las corrientes de aire más calurosas proceden de las orientaciones al sur de las viviendas, así como que el aire caliente tiende a subir, para aprovechar la ventilación cruzada natural es importante instalar ventanas y puertas en la fachada sur, ya que es ahí desde donde se pretenderá extraer el aire caliente del interior del hogar. Del mismo modo, el aire del exterior deberá entrar por las ventanas situadas al norte de la vivienda.

Urbanismo bioclimático y la casa del futuro  

Una vez entendidos los principios de la arquitectura bioclimática, podemos intuir qué es el urbanismo bioclimático. Se trata de una planificación racional e integral de un territorio en el que sus construcciones de viviendas y edificios formarán un diseño coherente con los principios de la arquitectura bioclimática. Es decir, un entorno confortable a nivel térmico, agradable a nivel de impacto ambiental, en el que todas las edificaciones se han diseñado considerando los factores fundamentales del clima, tales como temperatura, humedad, viento y cualquier otro asociado a él.

La tendencia es que, en un futuro próximo, cada vez más edificaciones seas construidas bajo estos principios, tanto las privadas como las públicas. A día de hoy es evidente la apuesta por este urbanismo bioclimático por parte de numerosos ayuntamientos, que buscan aumentar las “zonas verdes” y la construcción de edificios públicos con altos niveles de eficiencia energética, paneles solares e incluso ventilación cruzada cuando se puede.

La “casa del futuro”, por lo tanto, será la que considere todos estos principios que hemos visto en este artículo.

  1. Ventilación cruzada y aislamiento térmico, de modo que se logre la máxima eficiencia para mantener la temperatura interior.
  2. Energías renovables, especialmente la energía solar con placas fotovoltaicas y sistemas tipo aerotermia, por ejemplo.
  3. Correcta orientación de la construcción para aprovechar al máximo las horas de luz disponibles, minimizando la necesidad de uso de luz artificial.
  4. Construcción con el máximo posible de materiales naturales, reciclados y de proximidad cero.
  5. Instalación de elementos exteriores que ayuden, con sombras, a mantener la temperatura. Pueden ser toldos, persianas, pérgolas, cornisas etc.
  6. Pintar la edificación con colores que vayan acorde. Los claros reflejarán la luz y harán las estancias más grandes y frescas, mientras que los oscuros absorberán el calor aumentando la temperatura de la estancia. De igual modo, el exterior se puede pintar con colores que encajen con el entorno.
  7. Contar con espacios “verdes”, ya sean terrazas, jardines o ventanas con plantas. La vegetación crea un ecosistema natural, protege del calor y aumenta la sensación de confort.

La arquitectura bioclimática se encuentra cada vez más presente entre nosotros. Es parte de la transición energética, dado que para paliar los efectos del cambio climático debemos minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y la huella hídrica de nuestras viviendas y edificios.

Autor: Andrés Muñoz

Ingeniero en Energía y Máster en Gestión y Dirección de Empresas Industriales. Postgrado en Ingeniería Eólica y Energía Termosolar. Apasionado de las Energías Renovables, emprendedor y Dir. Ejecutivo de Infoenergética.

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